Qué hermosa era es en la que vivimos. Estamos a una pulsación en un cristal que guardamos en el bolsillo para poder hacer una compra, enviar un mensaje, platicar, ver —incluso en tiempo real— a una persona o lugar, incluso del otro lado del mundo... o fuera de él. ¿Te duele la muela? Toma un medicamento. ¿Qué seríamos sin el paracetamol, el ibuprofeno, los antibióticos...? ¿Cuántas monedas conservas contigo? Compras con un pedazo de plástico, deslizando el móvil, o incluso sin necesidad de salir de tu hogar. ¿Fila para comprar un boleto de avión o de un concierto? Sólo si es estrictamente necesario. ¿Cassettes? ¿Discos? ¿Para qué un dispositivo físico que limite el número de pistas que puedes escuchar, cuando tienes miles de canciones en ese aparato que llevas junto a ti?
Si le dijeran a Fritz Lang o a Thea von Harbou todo lo que hacemos en nuestro día a día, el señor seguramente lloraría. Vivimos en un mundo que muchas personas dirían que es el mundo del diablo, el mundo de las caricaturas... o simplemente "El futuro".
Pero por desgracia, no es la primera vez que sucede esto en nuestra historia como humanidad. Y no lo digo porque alguna civilización extraterrestre nos haya dado algún tipo de tecnología y bla bla bla. Lo digo porque, en realidad, ya hemos hecho lo mismo en el pasado: un salto sorprendente en la cultura y la tecnología humana, que para los antiguos habría sido algo completamente inimaginable. Solo por poner un ejemplo y dar contexto a este artículo: la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington D.C., una de las bibliotecas con el mayor número de ejemplares en todo el mundo. Incluso la Bóveda del Código Ártico, una recopilación de bases de datos de nuestros avances informáticos. Tanto en físico como en digital, tenemos una Biblioteca de Alejandría moderna.
Mi punto es que, entre el 400 a.C. y el 500 d.C., la humanidad tuvo una evolución cultural y tecnológica impresionante. Platón, con sus teorías y sistemas educativos; Aristóteles, con las bases de nuestra física, biología, ética... Hipócrates y todos los avances en la salud y las enfermedades; Arquímedes y las bases de la ingeniería; Claudio Ptolomeo y el modelo geocéntrico del universo... Los relojes de agua, los acueductos, las carreteras romanas —que en su mayoría aún se usan—, nuevas técnicas de encuadernación, serigrafía y xilografía. Claro, solo menciono algunos de los proyectos que lograron estas personas, así como algunos avances, pero la gente pasó de arar la tierra con una hoz a tener máquinas de cultivo no tan básicas, usando la fuerza de los animales.
Sin ponernos quisquillosos, todo iba viento en popa. ¿Pero qué pasó? Llegó la era más terrible, la que solemos llamar de retroceso para la humanidad: el oscurantismo. Con la caída del Imperio romano no solo cayó el imperio, cayó nuestra civilización. Usamos la tecnología que teníamos para usarla en nuestra contra. Todo para obtener una manipulación cultural... social.
Si no creías lo que el poder —en ese tiempo, la Iglesia— quería que creyeras, eras perseguido, condenado y ejecutado en público para el escarmiento del pueblo. Así que tenías que aceptar la forma de pensar de los controladores si querías sobrevivir, y no quedaba otra que someterse, aceptar de forma sumisa las ideas impuestas si querías seguir con vida. No importaba lo absurdo que sonara para quienes usaban la razón. Si alguien decía que él o ella era un unicornio dorado, o si un señor de 40 años era una niña de 10, se tenía que aceptar.
¿Libertad femenina? Qué va. La mujer no podía elegir sobre su cuerpo. Tenían que ser doctrinadas bajo lo que el poder quería que fueran. Vestir como se les antojara ya no era su derecho: ahora tenían que adoptar la vestimenta impuesta. No dietas. No vestidos. No faldas. No maquillaje. Todo tipo de vello pintado, desde las axilas hasta el de las piernas. Tatuajes, lenguaje coloquial, y el uso obligado de ropa verde o morada. Si decidías tomar control sobre tu maternidad, eras censurada. Porque una mujer no podía ser madre hasta que el poder decidiera que podía serlo. ¿Trabajos para la mujer? Claro, pero solo dentro de cuatro paredes. Ya no podían hacer trabajos que requirieran fuerza física ni aspirar a estar al par del hombre. ¿Te imaginas no poder usar la razón porque tienes que estar subyugada a lo que solo un grupo dice que tienes que pensar? Porque si decías que preferías trabajar al nivel del hombre y superar los mismos retos que ellos, o elegir si querías tomar control sobre tu maternidad, entonces incluso las mismas mujeres te decían bruja, traidora, impostora.
El oscurantismo no solo afectó a las mujeres, sino a toda la población, donde toda razón era suprimida. Se abordó una ideología donde todos tenían la razón, menos tú. Si sabías que llueve porque se condensa el agua en nubes y estas, a su vez, se precipitan en forma de lluvia, tenías que reprimirlo y creer que un dios hacía llover. ¿Usar plantas para aliviar un mal estomacal? Qué delito. Para eso tienes medicamentos. Dile adiós a la manzanilla, ruda, jengibre, menta, hierbabuena, tila, canela... si no quieres ser considerado un brujo o bruja charlatana que no se apega al pensamiento impuesto.
¿Aprender? ¿Para qué quieres perder tu vida con eso? Si los grandes no van a la escuela. ¿Acaso Elon Musk, Steve Jobs, Mark Zuckerberg... tienen maestrías? Además, el conocimiento es del Diablo. Lo mejor es el “despertar de la conciencia”. No necesitas nada del mundo material, porque eso se va. Tú, como esclavo del poder, tienes que pensar que ser pobre, no tener para comer, sufrir abuso... solo es una forma de liberar tu mente del cuerpo que te aprisiona. Porque absolutamente todas las personas son importantes para Dios, pero él no quiere a los soberbios sabelotodos. Quiere mártires dispuestos a acceder a conocimientos interdimensionales, sobrepasando el mundo cuántico.
Algo que caracterizó al oscurantismo fue esa dominación de la razón con excusas tontas y sin fundamentos. Pero en su tiempo, ellos decían tener fundamentos. Así que, si permitían o prohibían algo, era porque “el divino” lo había dicho. Y ahí estaban los textos que lo comprobaban. Para que cualquiera pudiera acceder a las páginas donde están los supuestos estudios, análisis clínicos y estadísticas... y solo encuentras errores 404, páginas no encontradas y algunos artículos de opinión: “Ser vegano es lo más sostenible, porque así no matas animales. Mira nuestro paper”... sin ningún estudio real. Solo personas de institutos autónomos universitarios de algunos países locales, dando su punto de vista. Citando otros estudios... los cuales no tienen referencia, ni enlaces. Y los que hay, son páginas 404, páginas no encontradas y algunos artículos de opinión...
Aclaro que no tengo nada contra el veganismo. Al contrario, evito usar artículos de origen animal si no es necesario. Mi punto solo es sobre sus fuentes. Porque, al final, ¿para qué investigar? Justamente algo que el oscurantismo trataba de lograr era que las personas con un poco de interés por el conocimiento se encontraran con tantas trabas que tuvieran que desertar. Y si seguían investigando, silenciarles. Todo para obtener una “paz pública”. Porque no queremos gente revoltosa que se queje de que la comida les enferma, sus familias desaparecen, y los agentes que deberían mantener la paz son los principales en violentar.
Si lo vemos en perspectiva, el oscurantismo fue la mejor época para controlar los medios de comunicación y hacer creer a las personas que eran autónomas en sus decisiones, que no eran distintas a las que el poder quería que tomaran. Al final, si les quitamos la comida hasta hacerlos sufrir lo suficiente, cuando les demos algo podrido, van a creer que estamos salvándoles. No digo que devalúen la moneda, contaminen cultivos y tierras con refinerías y ductos petroquímicos, quiten medicamentos, estallen pandemias o dejen que grupos delictivos tomen el control sobre zonas, para que después, cuando todo esté lo suficientemente mal, puedan tomar un poco de cartas en el asunto y digan: “¿Ya ven cómo nosotros sí hacemos las cosas bien?”
El poder durante el oscurantismo no tuvo límites. Hizo de todo para sabotear el crecimiento cultural y social de la humanidad.
Pero esa gente era ingenua. Ahora no se puede controlar a la población de la misma forma. Tenemos medios de adoctrinamiento masivo, como las redes sociales o la inteligencia artificial, que nos pueden ayudar a pensar de forma más clara. ¿¿¿O NO???
Pórtate mal, cuídate bien, niégalo todo y finge demencia. Nos vemos hasta la próxima.
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