Tomaba tu mano, y era completamente feliz.
Solo caminábamos... pero era feliz.
Pocos recuerdan haberme visto así:
así de feliz.
Me llevabas a algún lugar...
a tu nueva casa.
Dijiste: “Busca una gran mansión rosa, como referencia.
Tras girar a la izquierda, por fin la verás.”
Era una morada inusual, pero tranquila.
Podría ser una casa chica,
podría ser la Capilla Sixtina,
incluso un simple montículo de tierra...
realmente no me importaba.
Llegamos, y platicamos.
¿De qué platicamos?
No lo recuerdo...
¿Qué podrías platicar conmigo?
Soltaste mi mano,
mi pequeña mano.
Dejaste de hablarme...
¿o fui yo quien dejó de escucharte?
Tu imagen se desvaneció en mi recuerdo,
un recuerdo de un sueño.
Un sueño de un camino...
hacia un sitio donde tendré que visitarte.
En memoria de J. A. Suárez C.